La vida de una turista es una vida cansada pero vale la pena porque también es una vida emocionante. La experiencia es diferente en cada lugar que visita depende en la gente y como relaciono con ellos.
Londres era fantástica porque hablo ingles y aparezco similar; había muchas personas rubias. Era el perfecto descanso de hablando castellano; podría entender sus bromas, hablar con toda la gente en las tiendas, calles y hostal y escuchar a múltiples conversaciones al mismo tiempo. Esta experiencia me muestra que mientras mi castellano ha mejorado mucho, todavía no estoy fluente. Hay un gran diferencia entre la habilidad a comunicar y de ser fluente en un idioma. Porque hablo ingles y es normal tener pelo rubio en Inglaterra, mucha gente pensaba que soy de Londres, esta nunca ocurría en Barcelona.
Milán era el opuesto de Londres, no hablo su idioma, italiano, y aparezco muy diferente de los Milanos, sentí como era la unica rubia en la ciudad. Ellos reaccionan a mi pelo rubio en una manera similar al os catalanes pero son menos reservados. Todo el mundo sabe que estaba una turista y todos estaban muy simpáticas. Por ejemplo, en el tram, una mujer vio el lugar que estaba circulado en mi mapa y me dijo que estuve en el tram incorrecto, ella me da direcciones. Aunque todos saben que estaba una turista me hablan en italiano. Pudo entender algunas palabras como números porque son similares al castellano pero no pudo responder.
Venecia era llena de turistas, como un Disney Landa en Italia por eso vi muchas personas con pelo rubio. Las únicas locales que vi era los vendedores, camareros, y conductores de las góndolas. La ciudad es muy preparada para todos los turistas con tiendas caras y restaurantes pero menos los canales, no hay muchas atracciones turísticas. Solo tiene la Basílica de San Marco y hay algunos museos. No recibimos atención especial como turistas porque toda la gente era turistas.
La gente de Florencia le gustan las turistas mucho. La ciudad es llena de estudiantes extranjeros, por eso, siempre hay muchos turistas. No había tantos rubios que en Venecia pero definitivamente no fue la única. Los vendedores traban mucho a vender sus productos pero la mayoría no hablan ingles. Era muy sorprendida, siempre pensaba que todos los italianos en ciudades turísticos hablan ingles pero tuvo que hablar con mis manos la mayoría del tiempo. Los hombres en las calles siempre llaman y miran a las chicas; son muchos menos reservados que los catalanes.
Roma era muy preparada para las turistas; hay MUCHOS sitios famosas para ver. Todos los sitios fueron llenos de turistas todo al tiempo. Es imposible ser aburrido en esta ciudad. Es obvio que las turistas habían visitando la ciudad para muchos anos porque todos los sitios son marcados muy buenos y hay muchos señales en las calles con direcciones y mapas. El sentamiento original de excitación para las turistas no existe en los italianos Romanos. Los vendedores y restaurantes son menos agresivos que los otros ciudades italianos porque cuando turistas van a Roma, ya saben donde quieren comer y cuales cosas quieren comprar. Toda la gente son simpáticas pero nadie habla ingles. Es una ciudad llena de oportunidades para experiencias inolvidables. Por ejemplo, fuimos a El Vaticano para la misa de la semana santa!
Aunque no hablo italiano pudo entender cosas como direcciones porque las palabras son muy similares a castellano y cuando explican direcciones hablan muy lenta y usan frases. Cuando los italianos conversaron no entendí nada porque el acento es muy diferente. También pudo entender los menús porque los restaurantes italianos en los estados unidos usualmente usan menús en italiano. A veces es difícil para ser una turista cuando no habla la lengua pero las ciudades turísticas siempre están preparadas para este situación y usualmente todos entienden algunas palabras básicas en ingles. En Italia es muy raro para tener pelo rubio. En los ciudades turisticos: Roma y Venecia, los locales fueron menos sorprendidos y recibí menos atención que en Florencia y Milan, las ciudades menos turisticos. Después de visitando estas cinco ciudades me di cuenta que, en Barcelona, parece como una extranjera pero no una turista.